En el
Perú, algunos dicen y otros no, queremos ser lo más democráticos posibles, yo
creo que fuera de todo sí. Y, además, en lo personal pienso, al igual que un
gran número de personas, que la democracia es la cúspide a la que ha llegado el
hombre en cuanto a modo de gobernar, obvio será para algunos. Y dentro de ésta,
sin duda alguna el parlamento o congreso, dependiendo del país, es el órgano
más representativo ya que todos los ciudadanos tienen la posibilidad de escoger
a sus representantes para que estos legislen y así el pueblo mismo gobierne,
como nos lo han querido pintar las viejas glorias de la política. Sin embargo,
en este ejercicio de representación puede aparecer un problema, que como resultado
de una sociedad en la cual existe un virus llamado “criollada” o “pendejada”
que ha causado una enfermedad que nos hace querer sacar el mayor provecho de
las situaciones, en perjuicio de otros o de nosotros mismos a largo plazo,
tenemos un congreso con unos miembros cuyo desempeño es vergonzoso. Hoy el
diario Perú 21 sacó a la luz que existen 104 denuncias contra 78 congresistas,
es decir un poco más del 40% del total, unas cifras realmente preocupantes
sobre la calidad profesional y ética de los “padres de la patria”. Ante esta
problemática, vale hacernos una pregunta ¿Son sólo los congresistas los
culpables de todo ello? ¿Sólo bastaría con dar como requisito para postular al
congreso el tener un título profesional? ¿Es el título profesional acaso una
garantía de mejor formación moral?
Para contestar ello, me apoyaré en la
experiencia que nos contó en clase un profesor de Derecho constitucional de mi
universidad, él es un abogado que creía que la solución para aquel problema de
la pobreza en el desempeño de los congresistas se debía a que no existía una
ley que evitase que personas sin título profesional postulasen, como en Chile
por ejemplo donde existe una norma así y el nivel de sus representantes en cuanto
a desempeño es admirable. Sin embargo, grande fue la sorpresa de mi profesor
cuando le demostraron que tal vez su tesis estaba errada, ya que el 96% de
congresistas del periodo 2001-2006 contaba con un título profesional, así que tal
vez el problema no estaba por ahí. Ahora, seguro alguno me dirá “pero de dónde
será ese titulo, pues?” entonces esto ya se convertiría en un problema mucho
más complejo que tiene que ver con la educación en el Perú, y el nivel
paupérrimo de muchas de sus universidades e institutos. Además de ello, al ver
que un gran número de congresistas cuentan con título universitario pero tienen
el descaro de faltar a la moral en su desempeño, podemos inferir sin mucho trabajo
mental que la “pendejada” se siembra en los mismos centros de educación y en
las familias; algo que sin duda alguna es demasiado profundo como para
analizar.
Así, vemos que los congresistas son solo ciudadanos como nosotros que
tienen la posibilidad de estar en un escaño y aprovechar el poder que esto les
brinda, no somos muy diferentes a ellos, la diferencia fundamental es la
ocupación que cada uno tiene, al fin y al cabo cada uno es pendejo cuando
puede, a eso nos hemos acostumbrado. Así, tenemos una posible salida o solución
a corto y largo plazo, la de corto plazo que viene a ser la de aumentar considerablemente
la pena para esos vergonzosos funcionarios que por parte de la Ley y los jueces
reciben demasiada compasión, y la de largo plazo, que todo el mundo dice pero
con la que pocos colaboran, que es emprender un verdadero camino hacia el cambio
sobre la forma de enseñar valores en el país, para que así los peruanos
aprendamos a ser vivos y no pendejos, términos que desde mi concepción son muy
diferentes.
C.G
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