Lamentablemente, la PUCP se ve envuelta en líos y discusiones con la Iglesia Católica. A pesar de no conocer a fondo los detalles de este problema que ya tiene varios años, me he informado lo más que he podido al respecto. Sin embargo, y a pesar de no estar 100% seguro de la información que tengo y lo que pueda o no decir, puedo expresar mi opinión como ciudadano y como estudiante de esta casa de estudios. Aquí hay 3 partes en conflicto:
El vaticano (junto con el arzobispado de Lima y el carismático cardenal Juan Luís Cipriani). Lo que exige este primer tercio del conflicto es que la PUCP se adecue a la constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae. Además, está la figura del ya mencionado cardenal de Lima, el cual exige que la universidad se adecue a los estatutos y que permita al arzobispado intervenir en la administración de los bienes de la universidad. Las Máximas Autoridades, encabezadas por el rector de la PUCP, Marcial Rubio, lo que no quieren es justamente la intromisión de la iglesia en la administración de la casa de estudios y el “control” (digamos) de los bienes y/o de la misma administración de la universidad. Y por último, está el alumnado, es decir, personas como yo, o como mis compañeros que también estudian en la PUCP, que estamos justo al medio de este conflicto. El alumnado, en general, lo que no quiere es que se vea afectada la autonomía a la que tiene derecho la universidad, ya que aquella intromisión al provenir de la Iglesia pone en riesgo la continuación de esa cualidad que posee nuestra universidad, la del pluralismo en cuanto a ideas, y en general la libertad de pensamiento tan afincada en nuestras aulas.
En toda esta disputa de poderes y fuerzas incomprensibles para el hombre, es el alumnado el más perjudicado, es obvio. Es como si un día de estos venga un sujeto y me diga que ya no me puedo llamar José, nombre por el cual la gente me conoce y con el que me he constituido como ciudadano, y no pueda usar ese nombre nunca más ¿Si alguien pretendiera una barbaridad semejante, accederías simplemente a cambiarte el nombre? No lo creo. Felizmente para nosotros, el nombre y la universidad se rigen bajo las leyes peruanas y no bajo el derecho canónico, por lo que el nombre queda tal cual está. Lo lamentable de todo esto es la preocupación e indignación generada tanto en los alumnos y profesores de la PUCP, así como también en los padres de familia, quienes en gran mayoría, pagan los estudios de sus hijos, y ven que cierta institución prepotente planea prohibir el uso de un distintivo que no le pertenece a nadie, y un personaje que pretende ser católico y humanista cuando le conviene (recordemos el rol del cardenal Cipriani durante el gobierno de Fujimori, cuando ni si quiera se pronunció como garante de los buenos valores de los que ahora pretende aleccionar; y también hagamos memoria de cuando este "padre" radicaba en Ayacucho y parecía no comprender el verdadero significado del humanismo cuando ni se inmutaba frente a las frecuentes violaciones de los derechos humanos en tal zona del país). La constante crítica y ataques de Juan Luís Cipriani, no solo hacen que sea una de las personas que causan mas repulsión en la PUCP (es considerado por los alumnos como persona no grata), sino que pone en tela de juicio sus reales intensiones (¿Quiere plata o quiere ayudar?). Por otro lado, el rectorado de la PUCP también ha generado dudas con respecto a este tema y cuál es el problema en sí. La verdad, si se mira el tema desde un punto de vista neutral, por lo menos yo me puedo hacer la siguiente pregunta ¿El rectorado está defendiendo la autonomía de la PUCP ante la amenaza del arzobispado de Lima, o no quiere que “algo” salga a la luz? Tal vez por mis pocos conocimientos del tema, me da esa impresión, no lo sé con exactitud.
Siempre he criticado a la Iglesia Católica, como institución, debido a los constantes errores y decisiones que ha tomado a lo largo de toda su historia. Desde la “diabolizacion” de las deidades femeninas de la antigüedad, la venta ilógica de “pases al cielo” entre el siglo XV y XVI, la inquisición, el encarcelamiento de Galileo, entre muchas otras decisiones claramente erradas y tal vez hasta inconscientes. Cualquier católico debería saber los verdaderos orígenes de su Iglesia, sin embargo, eso solo compete a los ilustrados (católicos sobre todo). Volviendo a lo mío, a lo que voy es que, la Iglesia Católica cometió el error de querer quitarnos parte de nuestra identidad como estudiantes universitarios, como parte de una especie de “castigo” hacia una conducta considerada “rebelde”, sin embargo, lo único que se ha hecho es defender una casa de estudios autónoma y una identidad. Por otra parte, las autoridades de la universidad también tiene gran parte de la culpa, pienso yo, al no saber conducir el dialogo y por no aclarar las cosas hacia la comunidad tanto universitaria como la que no pertenece a la misma, sea prensa o hacia la misma Iglesia. Son errores de los que debemos aprender. Más solo queda decir, que el nombre no hará a la universidad, sino su comunidad a ella.
I.A
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